octubre 01, 2013

De peceras y mares



¡Regresa al agua! — le gritaba su madre.
El pececillo no hacía caso de la orden, seguía asomando la coleta, y empapándose las escamas de aire.
El cielo es tan azul y no le daba miedo meterse en él.
¡Ven para acá, no quiero traerte de la aleta! — Gritaba furiosamente de nuevo la líder del cardumen.
Éste hace caso omiso, como había hecho hasta el momento y sigue metiendo su cola al viento. Feliz de tener contacto con el frio de la superficie, viendo cómo se movían las nubes debajo de él.   
Parece de ensueño — Pensaba para sí mismo —Se ve tan inmenso el cielo desde abajo.
Decide en un acto de curiosidad, esos que se dan cuando se ve superado el miedo, adentrarse en el aire.
Deja caer primero la aleta, de nuevo la cruza al viento, un poco de pánico entra por sus escamas, pero decide no pensárselo mucho.
Y de golpe entra por completo, ve deformada la figura de la matriarca gritando desde dentro del mar y la mirada asombrada de los otros peces, al ver algo tan fuera de lugar, una vil locura.
Al fin estoy dentro — Piensa para sí mismo.
Pero olvida un pequeño detalle; no sabe volar.
El estar empapado de Oxigeno para él no es bueno, no puede respirar, sus branquias se secan, su desesperación ahora es grande, la curiosidad es satisfecha pero el miedo regresa.
Antes de morir su último pensamiento le traiciona su espíritu aventurero, y desea con fuerza no haber brincado al vacío.


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