julio 14, 2013

Abuelo


Regresamos yo y mi madre de un maravilloso lugar donde quería agarrar todo, el supermercado es un parque de diversiones, mucho de lo que se encontraba a mi alcance hacía ruidos divertidos. De vuelta a mi hogar; mi madre cargaba con unas bolsas tan pesadas que ella soltó mi mano, yo camine fiel junto a ella para no perderle. 
Al entrar a casa pude ver a mi abuelo sentado frente a la mesa y lo salude agitando la mano como mi madre me enseño, al parecer es algo gracioso pues las personas grandes como mamá se ríen cuando lo hago. 

Me preguntaba entre muchas cosas ¿cómo es que ese hombre de cabello blanco se veía tan cansado? A pesar de él ser tan grande y yo tan pequeño; yo tenía más energías, creo que es porque él gasta más para su tamaño, pero entonces por qué mi madre es tan rápida  no lo comprendía y e sentía confundido. Quería darle un poco mi fuerza; madre siempre me gritaba ¡siéntate ahí por favor, ya!, mientras a él hombre que me decía mamá llamar abuelo, él, de cara cansada y cabello como la nieve le decía “no se pare papá yo le traigo esa o aquella cosa”. 

Ese hombre lleno de palabras sabias, de consejos ¿Cómo puede ser que sufra una batalla con su cuerpo para levantarse de una silla o de la cama? Algo que yo aprendí hace poco y él tiene toda la vida olvidándolo. Carga mi caballo favorito en una mano, el de madera que parece que tiene la cabeza agachada como tomando agua, he escuchado a mi madre llamarlo bastón, es un nombre extraño para un caballo. Él ayuda a mi abuelo a caminar, como un perro guía a un ciego. 
Puede ser probable que ya esté perdiendo la vista, como un castigo divino al ver lo más increíble en la vida, pues habla de ello con tal armonía que creo es lo que lo sigue manteniendo alegre y sonriendo, hablar de las cosas que amó hacer, tiene miles de cosas que contar y yo quiero aprenderlas todas, quiero conocer sus aventuras, el abuelo es mi libro favorito, miles de cuentos, su vida es una novela aun sin final, y solo espero sea feliz como todo lo que me cuenta, solo quiero que termine con una sonrisa de satisfacción en el rostro como con la que cuenta el día que nació mi madre. 

Por lo pronto hoy es un día como cualquiera, donde él y yo nos retiramos a dormir después de desayunar.

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